Reforma Jorge F. Negrete P.
Aprecio y disfruto la conversación con gente inteligente. De aquellos que te provocan la curiosidad, que, con una sencilla frase o pregunta, te abren la puerta a un escenario de conocimiento. Hay personas que con generosidad completan tu análisis y te sacan de la incertidumbre. La materia digital es compleja, una suerte de múltiples disciplinas que conversan entre sí.
Recientemente conversaba con un querido amigo economista y ex funcionario público en México y titular de algunos órganos internacionales sobre la decepción e incluso frustración de algunos empresarios, analistas y policy makers en materia de 5G. A mi amigo lo acompaña su mano franca, sonrisa verdadera y una voz que tranquiliza. Te obsequia la medida correcta de su palabra. Su economía lingüística se aprecia por el valor del contenido que la acompaña.
4G tiene 14 años y es la tecnología que nos ha llevado a al estadio actual de avance tecnológico. Ha creado externalidades y nuevos modelos de negocios. También permitió habilitar los derechos humanos y una nueva economía en el mundo digital. Sin embargo, sus beneficios no fueron inmediatos.
Apenas llevamos 6 años del nacimiento Fintech y de los mejores momentos de desempeño de las plataformas digitales. El dinero móvil y la transformación digital no nacieron al principio de 4G, sino casi en la transición a 5G. Pero 4G tuvo un aliado, la política pública y las denominadas Agendas Digitales. Europa y América Latina lanzaron épicos instrumentos en cada país, que estimularon el despliegue de 4G y su uso. La regulación, la política pública y la legislación hicieron su trabajo al masificar esta tecnología.
Mi amigo me decía que en materia de tecnología y su promoción era importante comprender la Ley de Say: “La oferta crea su propia demanda”, “pero con oferta de 5G, IoT… no es así, y se tiene que promover con acciones de proveedores, política pública, etc., para concretar sus beneficios”.
Es decir, para que se pueda demandar un bien en concreto (tecnología 5G y sus aplicaciones), es necesario que exista oferta. ¿Quién la estimula o produce? La política pública orienta y estimula el mercado, los proveedores y las empresas tecnológicas. 5G es una tecnología que debe ser estimulada por una robusta alianza público privada: gobierno y empresa. Los que lideran ya ven resultados. Procedo:
5G crece. Las suscripciones de 5G superarán los 1,500 millones este año: Ericsson Mobility Report.
Estados Unidos. Es líder por número de ciudades con cobertura 5G y supera a China por primera vez. Estados Unidos registró 503 ciudades con 5G, en comparación con 297 redes en mayo de 2022. Por el contrario, la cantidad de ciudades 5G en China se ha mantenido estática en 356.
China. Este país cuenta con una robusta agenda digital, y ya rebasa los 3 millones de radio-bases 5G. Una cantidad impresionante, debido a su enorme población.
Europa. La Asociación Europea de Operadores de Redes de Telecomunicaciones (ETNO) informó que, a pesar de los esfuerzos de Europa por conseguir avances en la materia, “los fundamentos del sector siguen siendo débiles y plantean grandes incertidumbres”. 5G llegó al 73% de la población. Esta cifra pone a Europa detrás de sus competidores globales. Pero hay que apreciar los esfuerzos por país, particularmente Alemania y España.
Brasil. Un estudio que mandó hacer el regulador Anatel, señaló que la velocidad promedio de 5G se ubicó en un nivel superior a la media de Estados Unidos y los países europeos.
Chile. Fue reconocida en enero, con la banda ancha fija más rápida del mundo por Ookla y Speedtest, recientemente ubicó a este país, bajo el mismo concepto, en el tercer lugar, solo por debajo de Emiratos Árabes y Singapur.
Los ejemplos anteriores, apoyaron la oferta, la demanda, el despliegue de infraestructura y el ecosistema digital, vía la política pública, la legislación y una fuerte alianza con el sector privado.
Mariana Mazzucato, Say y mi amigo, me recuerdan que un jefe de estado, debe tener su visión digital, en la cabeza.
Presidente de Digital Policy & Law
Twitter @fernegretep