Carlos —nombre ficticio— se sorprendió al descubrir que estaba incluido en un chat de WhatsApp que promovía la oportunidad de obtener “ingresos adicionales en su tiempo libre”. Dado que se encontraba desempleado, la oferta le resultó tentadora.
“¡Queremos que usted siga a estos bloggers, comente y gane alrededor de Q200 a Q600 por día!”, leyó en un mensaje de introducción del grupo.
Parecía un trabajo sencillo de actividades en redes sociales: por seguir a un usuario en Instagram le pagarían Q15.
Carlos se sentía cada vez más interesado. Justo cuando estaba a punto de hacer clic en uno de los enlaces, apareció un nuevo mensaje de un usuario: “Estafadores”.
Rápidamente, el mensaje fue eliminado por los administradores.
Otros mensajes seguían llegando: “¿Qué es esto? ¿Cómo conseguiste mi número?”. Sin embargo, a los pocos segundos, también fueron borrados.
Entre unas y otras respuestas, de pronto alguien daba una buena referencia: “Yo he participado y he ganado dinero solo haciendo clic y dando like en las publicaciones. No se arrepentirán”. Pero resultó ser un mensaje simulado.
Mientras Carlos seguía leyendo los mensajes en el chat, se daba cuenta de que varias personas expresaban su escepticismo y preocupación sobre la legitimidad de la oferta.
Algunos mencionaban haber sido víctimas de estafas similares en el pasado, mientras que otros compartían advertencias sobre los posibles riesgos.