Por:Javier Juárez Mojica
ASIET: Telecomunicaciones de América Latina
Las telecomunicaciones y la radiodifusión continuarán siendo uno de los protagonistas en el periodo de recuperación económica que implicará superar la pandemia de coronavirus, tal como lo han sido a lo largo de estos meses de batalla. Por un lado, ofrecen el acceso a conectividad e información, que han resultado esenciales para, entre otros, fomentar la actividad económica, al tiempo que la sociedad ha satisfecho la necesidad de estar más y mejor informada en contextos de emergencia.
Por otro lado, ambos sectores representan una importante fuente de empleo e inversión. Por ejemplo, la Inversión Extranjera Directa acumulada en los sectores de telecomunicaciones y radiodifusión en México fue de mil 666 millones de dólares en 2019[1], y es además fuente de 264 mil 770 empleos directos[2].
En México y en el mundo, el tráfico general en las redes ha aumentado[3] como resultado de la creciente demanda en los meses de confinamiento, mientras que la radiodifusión también incrementó su audiencia[4], razón por la cual diversos analistas consideran que, a diferencia de otros sectores económicos, las telecomunicaciones y la radiodifusión podrían emerger con fuerza durante la recuperación económica, sin por ello dejar de enfrentar retos como la atracción de clientes y necesaria inversión en un ambiente de marcada desaceleración.
Tal como lo refleja el Índice de Economía y Sociedad Digital 2020[5] de la Unión Europea, la pandemia ha puesto de manifiesto que para la recuperación económica y prevención en la post pandemia, será indispensable impulsar la inversión en telecomunicaciones y la asignación eficiente del espectro con la finalidad de promover mayor cobertura de redes de nueva generación como 5G, así como profundizar la digitalización de la industria, el comercio (especialmente pequeñas y medianas empresas) y el sector público para asegurar su resiliencia.
Además, dado que todo indica que las epidemias de virus y bacterias seguirán siendo recurrentes, es oportuno acelerar la digitalización y hacer uso de las herramientas que, como las telecomunicaciones y la radiodifusión, nos permitan enfrentar todo tipo de emergencias al menor costo social. Ésta, al parecer, será parte de la nueva normalidad.
En particular, la pandemia de coronavirus ha estado acompañada por una ola de información falsa con la finalidad de influir en la toma de decisiones o simplemente generar efectos disruptivos en la sociedad. Ejemplo de ello es la información difundida en Reino Unido, Estados Unidos y México, entre otros, sobre la presunta relación entre las redes 5G y la propagación del coronavirus, lo que generó agresiones a técnicos y la destrucción de antenas. Tal como lo señala Joseph Borrell, vicepresidente de la Comisión Europea, “en tiempos de coronavirus, la desinformación puede matar[6]”, por lo que las telecomunicaciones y la radiodifusión, en alianza con otras tecnologías, seguirán jugando un papel importante para combatirla.
Asimismo, las telecomunicaciones nos han permitido conservar una parte esencial de la funcionalidad de la sociedad en tiempos de confinamiento al mantener empleos y algunos segmentos de la actividad económica abiertos.
Bajo estas circunstancias un factor fundamental para permanecer en el mercado es la posibilidad de ofrecer productos y servicios vía internet y en este ámbito tenemos importantes progresos, el número de empresas medianas que ofrecen sus servicios por internet paso de 62.5% en 2018 a 85% en 2019[7].
El teletrabajo también ha facilitado la continuidad en la operación del Estado y la provisión de servicios públicos, ejemplo de esto es el mismo Instituto Federal de Telecomunicaciones que reactivó el 73% de sus trámites vía electrónica[8] o la Suprema Corte de Justicia que desde abril celebra sus sesiones vía remota[9].
Un aspecto adicional para reflexionar es la evaluación de la conveniencia de explotar más las herramientas digitales en la reapertura económica y enfrentar la aparente dicotomía entre mantener la actividad económica y la preservación de la salud. Aunque la mayoría de los países se vio obligada a ordenar el confinamiento, Corea se apoyó en el uso de aplicaciones de rastreo de contactos para controlar el brote, aislando sólo a las personas necesarias y evitando así el cierre total de la economía con resultados ejemplares.
Por ello, una pregunta obligada en la búsqueda de la normalidad dentro de la anormalidad es si el uso de estas herramientas y las telecomunicaciones, permitiría disminuir tanto el número de personas contagiadas y fallecidas mitigando el daño económico.
En suma, se vislumbra que los sectores de telecomunicaciones y radiodifusión seguirán siendo aliados importantes en la nueva normalidad y podrían ser el ave fénix en la etapa de la recuperación económica, dado su innegable impacto socioeconómico.